25 October 2006

Retraso

¿Qué debe pensar un profesor al que le acude a su despacho un alumno para una reunión que fue convocada para la fecha de hoy, pero del año anterior?

¿Cómo de ridículo se siente un alumno que, confiando ciegamente en un cartel aparentemente nuevo colgado en la pared de su clase, pide información sobre una conferencia que se realizó hace exáctamente trescientos sesenta y cuatro días?

La respuesta a estas y otras inútiles preguntas, las proporcionaremos amablemente a quien lo solicite, mi profesor de Teoría de Sistemas y yo.

13 October 2006

Un puntito

Hoy me ha cambiado un poquito la vida. Ha llegado la primera boda de un amigo.

Hay quien pensará que más le ha cambiado la vida al amigo en cuestión, que a fin de cuentas, es quién va a recibir puñados de arroz en la cara, pero no. No te equivoques, seas quien seas.

Cuando eres tú el que se casa, es una cosa que ya vas viendo, aunque sea en la lejanía. Primero es un puntito, allá a lo lejos, que se va acercando poquito a poquito, xino xano, hasta que se hace suficientemente grande como para que quepan dos personitas. Y entonces entras.

Tu colega no ve ni puntitos ni nada.

Tu colega está tan tranquilo en su casa y el punto ni lo ve; es más, ni siquiera sabe de la existencia de los puntitos. Por eso, cuando le revelas tus planes, entra en estado de shock. Le envejeces diez años. El pobre comienza a ver al resto de gente de forma distinta; pensando cosas como:

"Esta persona con la que estoy hablando seguro que está pensando en casarse ahora mismo"

"Aquel chico de allí seguro que está esperando a que su novia salga del baño para pedirle en matrimonio"

"¿La chica que me ha preguntado la hora no me estaría pidiendo que me casara con ella?"

Ya no duermo, no como, no estudio, no vivo. Solo hago que pensar en a quién voy a invitar a mi boda, cómo sentaré a los invitados, el color de las flores y los manteles, el menú. No soy el mismo desde ayer.

En definitiva, si quieres cambiarle la vida a un amigo, no le regales un curso avanzado de monociclo. Sé radical: cásate.

10 October 2006

¡Pringao!

Sin rodeos. ¿Qué tienen las paradas de autobús que nos convierten en seres inferiores a los ojos del resto de humanos que en ese momento sí conducen un coche?

¿Son los asientos diseñados al más puro estilo garrote vil?

¿O la parte superior de la parada, con un estudiado ángulo de colocación tal que el sol golpee de lleno en nuestras caras en las horas de más agobio?

Esta tarde, sentado completamente solo en una de estas crueles empequeñecedoras de personalidad, una adolescente sentada en el asiento del copiloto del coche conducido por su madre, se ha reído de mí sin compasión al ver mi cara de aburrimiento y deseperación.

Ni silbar la canción que sonaba en esos momentos en mi mp3; ni siquiera fingir escribir un mensaje con mi teléfono móvil ha impedido sentirme inferior a esa estúpida niña con cara repleta de acné y enorme ortodoncia que, desde detrás del cristal de la ventanilla derecha del coche de su madre, me decía con su malvada sonrisa: ¡Pringao!

01 October 2006

Pelotas

En medio de la vorágine creada por la no convocatoria de Raúl para el próximo partido de la Selección, he descubierto hablando con mi primo menor de cuatro años cual es el principal problema de nuestro equipo nacional, que hace que cada cuatro años perdamos la fe en el fútbol, la vida y el mundo en general.

A mi primo, como decía, no le dejan llevar un balón al colegio para jugar en el patio. Está prohibido.

Me parece un escándalo. ¡Qué cantidad de talento tirada a la basura!

Campos de fútbol sala con cinco partidos simultáneos con cinco pelotas distintas: de papel Albal, de cuero, de tenis, la Super-tele y una piedra.
Máxima competitividad en un partido de apenas treinta minutos, sin árbitro, pero con broncas y amenazas.

Nuestro futuros internacionales, condenados a jugar al pilla-pilla.

Mientras tanto, en los patios de colegio franceses, los chavales aprenden a cabecear el pecho del contrario con la elegancia de Zizou y en los italianos los chiquillos pierden el máximo tiempo posible de esa media hora para marcar con la mano cuando suena el timbre.
Y eso, cuando llegan a profesionales, se tiene que notar.

Así nunca llegaremos a ninguna parte. ¡Pelotas permitidas ya!