24 June 2007

Pereza

Llega el verano: intelectualmente, la época menos fértil del año.

Las altas temperaturas reblandecen la masa cerebral y nuestras neuronas solo responden ante estímulos externos como insinuaciones sexuales por parte de individuos del sexo opuesto, o el visionado de helados Popeye en el cartel de la heladería.

Todos los años, al llegar las vacaciones, me prometo a mí mismo hacer una (o varias) de la siguiente lista de cosas:

-Este verano voy a escribir
-Este verano voy a aprender a tocar la guitarra
-Este verano voy a pintar un cuadro
-Este verano voy a salir a correr por la playa todas las tardes (ésta actividad no es intelectual)


Si a lo largo de todos los veranos de mi vida hubiera cumplido la mitad de lo que a finales de junio me prometo hacer, ahora mismo tendría redactadas cientos de novelas esperando a ser publicadas por el editor más avispado; cambiaría de sol sostenido a fa bemol (?) a una velocidad prácticamente imperceptible para el ser humano; manejaría los pinceles y colores con una maestría casi vangoghiana y presumiría de una resistencia física de privilegiado atleta keniata.

En fin, llega el verano, y el simple hecho de tener que levantarme para coger el mando a distancia, ya me da pereza. Me rindo y dejo el canal en el que retransmiten la Copa América de Vela. Mal empezamos.

15 June 2007

CECOEL

Llega la época de exámenes y el ciclo de la vida vuelve a cumplirse.

Aunque no lo parezca, el profesor también fue, en su más tierna infancia, alumno. Como todo alumno, fue puteado por infinidad de profesores que le preguntaron en exámenes cosas que jamás imaginó que le preguntarían. Como la venganza personal era imposible, juró vengarse de los alumnos que estuvieran a su cargo en el futuro, si llegaba a ser profesor, aunque estos no tuvieran ninguna culpa.

Llega el examen de Tecnología Eléctrica, para el que me he estudiado la parte de teoría bastante bien. Teniendo en cuenta que se trata de catorce temas, con alrededor de sesenta transparencias por tema, no se puede profundizar demasiado, mejor tener una idea general, me digo.

Primera pregunta del examen: ¿Qué es el CECOEL?

Nunca en la vida he oído/visto esta palabra, ni en la vida real, ni en la Universidad. Pueden ser las siglas de un organismo a nivel europeo, o la abreviatura de un componente electrónico: ni puta idea. ¿En qué parte de la teoría se menciona este importantísimo dato? ¿Me lo invento?

Al llegar a casa, por curiosidad, busco en los apuntes el tema o apartado en el que aparece la cosa esta. Sorpresa: A lo largo de las 843 transparencias que conforman mis apuntes de clase, la palabra CECOEL aparece mencionada UNA sola vez, y lo más fuerte de todo: ¡entre paréntesis!

Levanto la mirada del ordenador, sonrío y caigo en la cuenta: la venganza ha sido consumada; una vez más, el Universo recupera su equilibrio.

Preparaos alumnos del futuro. Si por alguna casualidad llego a ser profesor de cualquier cosa, no pienso dejar títere con cabeza. Moriréis.

12 June 2007

Atraco

Os comentaba hace un par de días mi encuentro con un chavalillo al que hacía mucho tiempo que no veía, y a quien había encontrado muy mayor.

Como os decía, salí preocupado de aquel encuentro por si mi reacción al verle había sido demasiado parecida a la de una persona mayor; aunque el problema -y yo no lo sabía en ese momento- era muchísimo más grave.

Mientras conversábamos, los amigos del chico nos observaban desde el final de la calle, por lo visto, atemorizados: pensaban que su amigo estaba siendo atracado por un auténtico macarra como yo.

Sus desconfiados compañeros interpretaron que su tímida mirada se trataba sin duda de una sensación de auténtico pavor; sus cortas respuestas eran desesperadas súplicas de clemencia; e incluso el choque de manos final era el momento en que el pobre chico me entregaba el dinero que yo me iba a gastar después en drogas.

Yo, preocupado por si había parecido un abuelete al saludarle, cuando lo que de verdad parecía es un atracador de poca monta.

Dos cosas: o muy acojonados van los chavales de hoy en día por la calle, o muy largo tengo el pelo.

05 June 2007

¿Qué acabo de decir?

No una, sino dos veces me hice a mí mismo esta pregunta en un mismo fin de semana tras ver cómo salían de mis labios sendas frases más propias de un hombre hecho y derecho con mujer e hijos que de un imberbe joven como yo.

Me encuentro por la calle a un chaval -no me atrevo a decir niño- al que le solía dar clases de inglés cuando era pequeño. El chico es enorme. Como buen adolescente, lleva el pelo largo y mal cortado, le da vergüenza decirle a su padre que le ayude a afeitarse el bigote y contesta a todo con monosílabos. La voz, irreconocible.

En mi interior, una tópica frase comienza a formarse y lucha por salir al exterior. No lo puedo evitar; estoy deseando decirlo; me odiaré.

¡Qué grande estás!, exclamo. Automáticamente, mi edad se ve multiplicada por dos.

Horas después, ya en casa, intento estudiar. Estudiar es de jóvenes, me digo. Estudiar sin camiseta, todavía más. Soy joven. Lo de antes ha sido un desliz totalmente perdonable.

Hay niños fuera jugando a fútbol. Niños tontos, además. Juegan a dar balonazos contra la pared de mi casa. El ruido es infernal y no puedo estudiar.

Me asomo a la ventana y los miro. Ellos me miran.

¡Iros a dar balonazos a otra pared!, sugiero.

Sorprendentemente, los niños tontos no se ríen en mi cara, cogen el balón y se van a otro sitio. De vuelta a la mesa de estudio, me miro de reojo en el espejo del baño y no puedo ahogar el grito que sale de mi garganta: estoy totalmente calvo, tengo arrugas y pelos en las orejas.

¿Qué acabo de decir?, me pregunto a mí mismo.