25 February 2007

Alarma social

"Atención, padres: en estos momentos, mientras usted mira tranquilamente la televisión, su hijo adolescente está probablemente inyectándose heroína junto a sus tres compañeros de orgía. Es también bastante posible que previamente se haya dedicado a maltratar a un niño minusválido y haya incendiado el coche de su profesor de Conocimiento del Medio"

Este titular aún no se ha llegado a ver en ningún programa de televisión vespertino con acalorados tertulianos rememorando épocas mejores, pero es solo cuestión de tiempo.

¡Un poco de calma, señores de la tele y de la prensa!

"Dogging: una nueva forma de sexo entre los adolescentes de hoy en día"

"La orgía corre sin fin de Occidente a Oriente y viceversa, de niños a ancianos, de heterosexuales a gays"

Estos dos titulares sí son reales, vistos en menos de una semana en Cuatro y El País Semanal, respectivamente. De verdad, dan miedo. O nos encontramos ante la joventud más depravada, pervertida y promiscua de toda la historia, o toda esta vorágine sexual sobre la que nos alarman sin parar los medios me pasó totalmente desapercibida mientras jugaba gol-porteros en mi finca.
Igual soy un poco ingenuo pero, creo que las cosas no han cambiado tanto en tan pocos años, y la cruda realidad es la siguiente: aquí no folla nadie.

Ya vale de alarmar y asustar al personal, que si yo tuviera ahora mismo una hija me daría pánico dejarla salir de casa por miedo a que se intentara tirar al primero que se encontrara en el ascensor. Los adolescentes gritan, beben, comen pipas, huelen mal, ensucian, fuman y pisan las flores del parque; pero los afortunados quinceañeros que consiguen algo de sexo siempre han sido -y son- una minoría.

06 February 2007

Wi-fi

Harto de nuestra ridícula conexión a internet de cuatro megas no-inalámbrica, mi padre aceptó la enésima oferta de conexión a internet que le ofrecían por teléfono, y nos cambiamos a una compañía cuyo nombre sugiere inmediatez, velocidad máxima: ya.com.

Se cumple hoy un mes desde que dejé de tener acceso a Internet desde mi casa. Los simpáticos de Wanadoo nos dieron de baja al instante y aún estamos esperando como unos pringados al mensajero vestido de rojo con un módem wi-fi en la mano. Acostumbrado a vivir sobreinformado, estas cuatro semanas sin poder conectarme cuando me diera la gana me han parecido cuatro años en la Edad Media, cuatro décadas en el Paleolítico.

No nos paramos a pensarlo, pero casi nada a nuestro alrededor ha cambiado tanto y tan rápido como lo ha hecho internet. Hace seis años, ni siquiera habría sabido explicar lo que era; hace cinco, solo servía para ponerte un nombre super-gracioso en un chat y dejar que te estafaran en un ciber-café; hace cuatro, me enteré de que existían las páginas pornográficas –aún no he entrado en ninguna, lo sé porque me lo dijo un colega-; hace tres, descubrí el chollo de la música gratis; hace dos, mi módem dejó de chirriar durante treinta segundos cada vez que me conectaba; y en este último año, todavía estoy intentando asimilar que la ansiada red inalámbrica jamás llegará a mi casa.

Si algo ha evolucionado a la misma velocidad durante los últimos seis años para la gente de mi generación, sin duda eso ha sido el sexo: hace seis años, ni siquiera sabíamos que existía, y en este último año... en fin... todavía estamos asimilando que aquello con lo que todos soñábamos y que conocíamos de oídas como sexo esporádico abundante, jamás llegará a nuestras casas.