26 March 2007

Guiris

Viajar mola. Lo que no mola tanto es que te timen. El problema es que es casi imposible que si haces lo primero, no te ocurra lo segundo.

Huyes de los restaurantes que tienen menús en la puerta en todos los idiomas; evitas entrar en museos que si estuvieran en tu ciudad ni siquiera te plantearías visitar y te resistes de pagar dos euros por subirte a torres muy altas que lo único que te van a permitir es ver la ciudad que visitas a quince metros sobre el suelo. Espectacular.

Todo esto lo consigues tras realizar un ejercicio de autocontrol que bien requiere el conocimiento de técnicas budistas y la concentración propia de un monje carmelitano.

Pero inevitablemente, el momento en el que literalmente te la clavan, ha de llegar. En un momento de indecisión en que te encuentras con las defensas bajas, un repartidor de folletos te entrega el cebo. Acudes al espectáculo musical/obra teatral/exposición cultural, esperando empaparte de la cultura autóctona del país o ciudad que visitas.

Miras a tu alrededor y en la sala no ves más que reproducciones de tí mismo. Guiris con bolsas de souvenirs que empiezan a comprender que lo que allí se va a representar no es precisamente un espectáculo maravilloso. Por lo menos no estoy solo, piensas. Es un consuelo.

La representación, que resulta ser tan mala como esperabas, es interrumpida por alguna que otra carcajada nerviosa: son los dueños del establecimiento, que te observan a través de un cristal sin poder creerse que sigan clavándosela dia tras dia a tanto papanatas extranjero.

3 comments:

Ramón said...

Mal de muchos, consuelo de tontos!
Dí que sí!
Una cosa muy guiri, pero que yo la hago siempre es subirme en el bus turísitico ciudad-de-turnovisión.

cuthbert_gunslinger said...

Pisa, 12 de Febrero. 12:30 de la mañana:
Bajarons del tren y llovía a cantaros, por lo que los compañeros de viaje de X le incitaron a que, haciendo uso de su spanglish, fuera a la oficina de informacion a que le dieran un mapa como en las ciudades anteriores. X fue junto a Y y pidió un mapa utilizando una mezcla de italiano-español-ingles al encantador señor que alli se encontraba. El encantador señor le ofreció un mapa. Gracias le dijeron, se dieron la vuelta y se fueron. Segundos despues una mano les cogia del hombro. Se giraron y se encontraron al ya no tan encantador señor... El mapa costaba 3€... Con ese mapa llegaron al hotel, donde despues de dejar las maletas , el recepcionista les ofreció mapas gratis. Con el mapa de 3€ llegaron a la Torre de Pisa, donde pagaron 15€ por subir a ella...

zoanita said...

ahahahah! isto é um resumo da tua viagem a praga?? =P